19 de noviembre de 2010

Quiero un engrudo

Construyamos algo entre todos, propongo. Dejemos de ser bloques de cemento separados por más cemento, digo. Enredémonos como las lanas en invierno, quiero. Seamos uno y todos a la vez, qué tal?
Hoy nos siento vacíos de masa corporal. No sé por qué, ni quién nos enseñó alguna vez que todos tenemos que transitar nuestro propio camino. Quizás tiene que ser así, para vivir ajustados a este tipo de mundo, pero no hay manual que explique ni que indique cómo transitar ese camino. Vengo pensando en un collage gigante que pegue cabezas, cuerpos, masa encefálica, dedos, sentimientos, piernas, ideas, narices, uñas, ojos, ombligos y ese tipo de cosas, y que se forme una bola gigante, a la que todos podamos aportar algo propio. Si eso se pudiera hacer lo hubiera empezado hace cuatro o cinco semanas. Mientras me contento con dejarlo vivir en mi cabeza, y crece todos los días! También sueño con agarrar los colores con la mano, el rojo con la izquierda, y el verde loro con la derecha.

Por qué no nos dejamos ser? Por qué siempre tenemos que estar fijándonos, señalando, criticando lo que hace el otro? Necesito que entendamos que uno de nosotros es uno, pero también es todo lo demás. Que todas las variables que existen lo atraviezan de una o mil formas que no podemos determinar. Que no tenemos que entender todo. Que existen cosas improvisadas, totalmente inesperadas con las que podemos lidar, pero no "arreglar". Hay cosas que pasan. Dejémoslas pasar. Inquietémonos pero no perdamos la cabeza en cualquier lado. Dejémonos revolear de un lado para el otro por los infortunios del azar, mientras dejamos salir nuestra más profunda y visceral carcajada, la única y real defensa que tenemos.

17 de noviembre de 2010

Salú!!

Me resulta muy extraño la manera en que leer algo antes de irse a dormir te deja pensando tanto que hasta soñas con eso. Soñar creo que es la acción mas inagotable que puede hacer el ser humano, además de sacarse mocos y reirse.

16 de noviembre de 2010

Tiempo

Se hundió en un mar de colores pasteles, y era tal el peso que ellos ejercían sobre su cuerpo que tuvo que agitar los brazos más rápido que una avestruz para no terminar hundida en el fondo. En plena desesperación ya no sabía si eran brazos o alas. Después de tanto esfuerzo, minutos que parecieron horas, pudo salir a la superficie y darse cuenta que las cosas habían cambiado. Por emepezar, ella misma, su cara, su boca, su nariz, todas cubiertas por colores que nunca antes había visto. Le pareció rarito. Miró a lo lejos y vio una ciudad también diferente. Era como si los edificios fueran más largos, como si alguien los hubiera estirado para arriba como los heladeros estiran la punta de un helado con cucurucho. Le pareció raro. Las gentes que transitaban por las veredas tampoco eran las mismas. Miraban para abajo, y en vez de gestos en sus caras tenían una cruz con dos ojos. Le pareció más raro aún. Los autos tenían una forma distinta a la de antes, ahora tenían forma de perros.- Claro, si son parecidos, solo que los perros son más lindos!!- pensó. Pero también esto le pareció raro. Siguió observando como los detalles habían transformado su barrio, su ciudad, su cara, su vida. Detalle por detalle, puntito por puntito, todo había muerto y renacido en otro envase, o con otro traje, o con otro papel de regalo.

- Todo lo que tuvo que pasar, pasó.

Se miró la punta de la nariz, y volvio a sumergirse en el mar de colores pasteles.