10 de noviembre de 2008

Decisiones seguras ¿?



Si todo sucediera de acuerdo a nuestros deseos, las cosas serían más fáciles, aunque a veces se tornaría aburrido, no lo niego.
Pero hay algo que me inquieta: el darme cuenta que nunca voy a poder estar segura de lo que decido. Y es que tampoco tengo la certeza de que eso va a ser así para siempre.
En estos momentos nada, pero absolutamente nada, me es claro. Siento que estoy caminando sobre nubes de algodón y cualquier paso en falso puede provocar mi caída hacia quien sabe donde. Tampoco nadie sabe como voy a resultar de esa caída...
La seguridad, me arriesgo a afirmar, nadie la tiene. Hay personas mas confiadas en sí mismas que otras, pero no existe la seguridad como realidad. La mente del hombre puede ser su enemigo más cruel y difícil de manejar. Hoy estoy luchando para manejarla, dejar que actúen otras partes del cuerpo a la hora de decidir.
Las posturas que tomo las tomo sólo con decir unas pocas palabras en un instante, pero las posturas no se tratan solo de eso. Hay algo más. Tomar una decisión, una postura es algo que tampoco es seguro, pero aún así es difícil tomarla y mantenerla. Y para saber si se puede mantener, hay que esperar.
Ja. Esperar, el verbo eterno. ¿Cómo esperar cuando lo más importante es saber lo que viene después de la espera? ¿Como estar segura de algo que no se puede palpar, de algo que está ahí pero no lo podés ir a buscar a ningún lado?
En la vida las decisiones son las que marcan mi camino: mis decisiones, mi camino. Las decisiones de los otros marcarán el camino del otro. Pero hay un punto en el que esas decisiones se juntan, se unen, se mezclan, se empujan, se estiran, se separan, se vuelvan a juntar... De eso se trata: de decidir, pero decidir con el otro. Porque el otro no es invisible, el otro es aquello que nos constituye a nosotros mucho más que cualquier seguridad o decisión que podamos tomar por separado. Hay que ser valiente, sí, para tomar y mantener una decisión, pero cuando lo que está en juego es ese camino en común con el otro, no hay mucha lógica. No hay que pensarlo mucho, hay que sentirlo, hay que “darlo a luz”. Y si de repente aparecen cosas que nos hacen dudar, que no nos gustan, también hay que hacerlas nacer.
Juntar todo en una bolsa y después ver qué podemos hacer con todos esos “sentires”. De la suma de todo eso, con algunas restas, multiplicaciones y divisiones; va a salir algo. Otra cosa, algo diferente a todo lo que ya teníamos. Y por más que no estemos seguros, esa otra cosa, hay que hacerla valer, tenemos que hacerla valer.
Y no tener miedo, no tener nunca miedo. ¿!!Para que sirve el miedo, la puta madre!!? Para hacerte caer, para serrucharte el piso, para hacerte retroceder una y otra vez sobre lo mismo, y hacerte pensar que te equivocaste. Y eso no es lo que queremos, no es lo que quiero para mí.
Por eso necesito el cambio que empecé hace un tiempito. Me lo propuse y tardé tanto tanto en empezarlo que se mezcló con otras cosas y eso me hizo pensar que estoy en el lugar equivocado. Que así no voy a ningún lado. Que yo quiero esto así pero aquello es asá, que no voy a poder, que todo lo que hago, pienso, digo y decido está mal.
¡BASTA!
Ahora que lo empecé, no tengo que esperar más. Estoy en el baile y a bailar se ha dicho!

El blog lo creé en el medio de todo esto y mucho más. No sé cada cuánto lo voy a actualizar, ni tampoco cuánta vida activa va a tener... pero aquí está. Aquí estoy.
Bienvenida, y bienvenidos.


Nota: quería que se llamara CONTANDO COSAS, tal como aparece en el título, pero ya existía esa dirección. Así que me quedé con COSAS CONTADAS, que me suena a chato, a pasividad, a poco movimiento... pero es mi blog, y yo tomé la decisión y yo armo mi camino, y no va a ser ni chato, ni pasivo ni con poco movimiento.

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